MÚSICA, CANTO, COMO EDUCACIÓN Y TERAPIA, PARA TODAS LAS EDADES.
Soy Manuel Palacios: médico dentista, músico, tenor lírico, creador y director de coros, así como profesor de voz en la escuela “ALMA”, de Boadilla.
Me encuentro familiarizado con la capacidad de la música para equilibrar, aliviar, incluso curar, ciertos disturbios, sean psicológicos, somáticos, o psicosomáticos.
En nuestra escuela, Myriam Chiozza se ocupa del “Canto Prenatal”, trabaja con las embarazadas la respiración y la voz cantada, como preparación al parto, buscando, de esa forma, más fuerte conexión mamá-bebé, el desarrollo precoz de su oído, así como un parto, en el que, muchas veces, no hace falta anestesia epidural. Las alumnas lo afrontan…cantando. También canta, y “toca”, a enfermos terminales para serenarlos y aliviarles, en lo posible, su sufrimiento.
He visto, estupefacto, a mis dos hijos, entonar, con su mamá (gran músico), una escala diatónica ascendente y descendente, afinando, a la perfección, cuando, aún no sabían decir “mama”.
Sigo estudiando canto, con más razón, ya que ahora enseño a otros. Y cantando profesionalmente cuando se me solicita. Trabajando en grupos o individualmente. La música, canto, danza, teatro, declamación, oratoria, y todo lo que involucra al cuerpo, intentando transmitir algo desde una escena, son un arma terapeútica, que, puede mejorar la calidad de vida de cualquiera, sea sano o enfermo, y desde los primeros momentos de aprendizaje.
En el caso de niños, les obliga a trabajar respiración, concentración, memoria, el valor del tiempo, su sentido estético, equilibra los dos lóbulos cerebrales, armoniza su corazón y alma con los de otras personas, al hacer música en grupo, y les predispone, especialmente, a aprender cualquier materia, sin ir más lejos…todas las científicas.
El problema, siempre ha sido no desilusionar al niño durante sus “tediosos” comienzos (según los rígidos planes hispanos), en nuestra escuela se toca o canta desde el primer día, y se fomenta la música en grupo, desde bebés. Clave infalible es jugar para aprender, y aprender jugando. El mismo profesor, a la vez que hace trabajar el instrumento, va enseñando el lenguaje musical que se necesita para descifrar las más bellas composiciones musicales.
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